Fedra Spinelli
nació en Buenos Aires, Argentina, en noviembre de 1970. Es poeta y periodista. Exploró también por la antropología, brevemente por artes combinadas. Hizo teatro, performances, danza y fotografía. En poesía tiene publicado «Vietnam» (edición artesanal); «Digo bosque y otros poemas» (ediciones del Dock); "Delta" (Ediciones la mariposa y la iguana, 2013).
Su blog es cotidianapoesia.blogspot.com
Delta |
Ella pensó que hay dos tipos de objetos, los que flotan y los que se hunden. Mientras ve el agua discurrir, crecer, subir la costa y avanzar a tierra. Masa duplicada (aumentada) de agua por la lluvia. Mientras observa el brillo sinuoso de esa danza que hace el río. Intenta hacer una lista de lo que queda en la superficie, lo liviano; y lo que se sumerge, lo que pesa. Trata de descubrir si lo que flota está vivo y lo que se hunde muerto. Pero no puede, no le sirve ese pensamiento. Le preocupa no poder saber qué tipo de cosa es ella. Si se va a ir al fondo o va a rodar a la deriva. Pero ve que el fondo también es una deriva, que si se hunde está viva, que el peso de algo se define en la corriente."
En este libro los hechos se superponen, la cronología (que “nada
explica”), aparece compactada y en fragmentos, con la confusión de los que no
comprenden lo que tienen en las manos. Y sin embargo hay una progresión de
viaje que también es un viaje adentro, que se multiplica, se ramifica como un
delta sin dejar de formar parte de un mismo río: los empuja una misma
corriente.
Entonces, está el viaje físico al Delta del Paraná, el viaje
interno, el viaje soñado por otros, que brindan los libros.
Lo “salvaje”, “eso, lo inevitable”, que desborda e irrumpe puede
verse a lo largo de todo el poemario. Está en lo cotidiano, a pesar de las
listas de hacer las compras, en la cabaña del Delta, en la propia sombra junto
al río. Entre el miedo y la fascinación, no se comprende lo que arrastra el
fondo, todo es opaco. El movimiento es simultáneamente una huída y una
búsqueda: “irse para encontrarse”. Un pedacito de tierra, una isla, la metáfora
del cuerpo, algo que funcione como ancla frente a la deriva del sentido, la deriva
de las aguas, la metonimia que hace de los cuerpos objetos inanimados en la
corriente.
“La pregunta sobre el amor, llevó a la pregunta sobre el ser”,
dice Fedra. Sólo que el verbo ser casi no aparece en todo el libro y el que no
deja de reiterarse es el verbo “estar”. Tal vez porque la existencia no se
comprenda más que estando, en los lazos que se tejen con la palabra del otro
-“entonces, lucha”-, dice el padre y hay algo que se detiene y hace pie.
Leticia Hernando
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