Dafne Pidemunt
Nació en BsAs en el año 1977. Realizó estudios de cine y video en la Escuela Municipal de Cine y Video de Lomas de Zamora. Participó de diversos ciclos literarios. Realizó talleres de escritura en La casa de la Poesía. entre otros.
Tiene publicado «El juego de las estatuas», ed. Yügen, 2004. reeditado por «Ediciones la mariposa y la iguana», 2010 y "La avidez del silencio", Ediciones la mariposa y la iguana, 2013. Participó de la antología de poetas argentin@s cotemporane@s «Si Hamlet duda le daremos muerte» (Libros de la talita dorada, 2010).
Actualmente se encuentra estudiando el profesorado de Lengua y literatura en el Instituto Superior J.V. González, dando clases de escritura creativa y desarrollando el proyecto editorial «Ediciones la mariposa y la iguana» junto a Leticia Hernando.
Tiene publicado «El juego de las estatuas», ed. Yügen, 2004. reeditado por «Ediciones la mariposa y la iguana», 2010 y "La avidez del silencio", Ediciones la mariposa y la iguana, 2013. Participó de la antología de poetas argentin@s cotemporane@s «Si Hamlet duda le daremos muerte» (Libros de la talita dorada, 2010).
Actualmente se encuentra estudiando el profesorado de Lengua y literatura en el Instituto Superior J.V. González, dando clases de escritura creativa y desarrollando el proyecto editorial «Ediciones la mariposa y la iguana» junto a Leticia Hernando.
Aquí el video de la presentación de "El juego de las Estatuas" a cargo de la poeta Inés Manzano y la entrevista a la autora.
Y dos poemas, traducidos al francés por Cecil Guivarch.
La avidez del silencio |
Madre
El consuelo de
escribir.
Mi madre se
emborracha. Una y otra vez la asesino. Muerta, resucitada, continúa
suicidándose. Pienso en la música, trato de no llorar, la máquina de escribir
repite los mismos errores en la misma tecla, mi madre tipea. A lo lejos yo la
observo; vaya coincidencia, al igual que la máquina yo repito siempre los
mismos errores que mi madre, en las mismas situaciones. Me emborracho, me
asesinan, resucito, me suicido.
Y mi madre a la
par mía vive con el consuelo de escribir,
imitándome.
*
Madre II parte
Como una daga alzada en la oscuridad
es la madre que tuve y que tendré.
Debo aceptar que no es la madre que elegí,
ya no creo en el Karma.
(El conformismo no es mi suerte)
Pero si la vieran haciéndome la comida
o arropándome en las noches,
entenderían por qué la perdoné
de hacerme madre
desde mi niñez.
*
Recuerdos
del viajero
Es el romance del hombre solitario.
Un recuerdo, apenas, del silencio de los
hombres
en la letanía que baja desde el cerro
con los pies sucios y morenos,
con los hombros cansados y el cajón.
(Hemos visto bajar cajones.
Hoy nos refugiamos en la vida para no
recordar)
Y cuando el cansancio es almático
lloramos por el muerto,
pero si lo que duele es el cuerpo
el peso del cajón supera al de los años.
(Hemos chocado las manos
con aire de condolencia
hacia alguien que desconocemos)
Yo,
que nunca he visto un cuerpo inanimado
me visto de flores marchitas
para acordarme de
la muerte.
*
Ella no me ama a mí.
Ella ama mi palabra, mi
juego.
Poeta nacida de vientre
judío.
Juego con una religión
desconocida,
le digo en idish cosas que no
entiendo
en castellano.
Lo que sea por otra noche en
sus brazos.
Lo que sea por otro beso en
mis pálidos labios.
-¿Querés palabras?- le dije.
Jamás se detuvo en las
palabras que no podrían
nunca bucear por su sexo
como lo hace mi física
lengua.
-¡Más poemas pequeña!, ¡Más
poemas!-
me exigía cada noche al
dormirse en mis brazos
-O se ama o se escribe.
Amor y literatura no deben
tocarse-
Ella sabe y no le importa.
Poeta nacida de vientre
judío.
Le invento palabras
En todos los colores, sabores
y posibles conjugaciones.
Juego con la facilidad del
lenguaje
en mi lengua.
(siento el jugo derramándose
en mi boca,
desde mi lengua poética hasta
mi física lengua)
-Si querés un buen poema no me
ames-
Ella sabe y no le importa.
Y digo:
¿me ama? y digo quién sabe, y
quién sabe qué.
Y digo: ¡no me ama!
Y digo: ¡es hermosa!
Me salgo de ella.
Me olvido de amarla.
Y … ahhhhhhhhh
suspiro mediante
comienzo el poema
que diré esta noche.
*
Los dioses ya no amparan mi caída.
Los días cálidos de enero
se han trasladado
a otras costas de espuma.
(cae el sol)
Otras muertes nos aguardan.
Ya no las alegres muertes de la infancia
-La hormiga aplastada por el juego-
Espinas caen en Rilke
y amenazada por el tétanos, la rosa.
(cae
el sol)
-La hormiga aplastada por el juego-
Entraremos a la muerte
como vinimos a la vida,
por entre las piernas de algún demiurgo.
*
Podríamos refugiarnos en la espera.
Ya no habrá alas de ángel
ni de pájaro herido en la torre más alta.
Ya no cobijaré mis lastimados labios
en la sal de colosales mares.
Ha caído toda sublime creencia,
aún la de los muertos.
Podríamos refugiarnos en la espera.
Nos vestiremos de gala
para mirar al cielo.
Recogeremos el pequeño motín de sensación.
Lo cuidaremos hasta el alba.
-Son hermosos los trofeos
que la espera me ha revelado.-
*
Para acunar a la hija que no tuve
te escribí palabras
te suspiré un verso
te llamé a gritos,
para acunar a tu niña
para buscar mi infancia
te quebré las piernas y abrí tus venas
Estás ahí, lo sé,
escucho cómo llamas con campanas
de adiós a la niñez
mientras sigo soplando panaderos
—Poesía,
pides un costo demasiado alto.
*
Me absuelvo de culpas, a saber:
no cumplir las promesas
no cortar el cordón umbilical
ni el césped
no amarte como merecías
llorar mucho, demasiado quizás
masticar las palabras
tragarlas hasta que me trabaran la lengua,
ser trabalenguas en tu boca
-perdono al gato hambriento
que comió una
paloma.
*
Yo quiero ser al jazmín
lo que del amarillo queda
guardado en un libro.
Déjame ser recuerdo,
quiero la libertad agazapada
del cáliz de rocío.
Busco a tientas la sombra en la claridad.
Nada lleva tu nombre.
Hago la simpleza de la rosa
al
caer del rocío:
me abro en mil partes
y sangro.
Desmesurada
me rompo
al igual que la flor
con el viento.
-Te ofrendo esta rosa,
déjala devorar tu grito.
*Si se pudiera pedir el sol como se pide un café.
Desayuno a solas
con el tiempo
(implacable el
tiempo, a la hora de respirar)
Te digo palabras
para que dejes de creer en mí:
digo abejita
succionando una flor,
luna en tu
sombra,
agua que te quema,
digo canción.
Te entregaría mi
sangre a cambio de tus miedos.
-A veces el amor
no es asunto de
los muertos.
*
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