Ricardo Reis. Biografía y poemas

Ricardo Reis






Nace en 1887, en Porto, no se sabe el año de su muerte, por eso se dice que es el heterónimo que sobrevive a Pessoa.
Médico de profesión y de ideología monárquica, se autoexilia en Brasil como protesta por la declaración de la República de Portugal.
Físicamente de baja estatura y tez morena. Fue educado por los jesuitas y cultivó un estilo clásico. Fue discípulo de Caeiro y autor de Odas.
Creía que todo poeta que se precie de tal debía imitar a Homero, de ahí los encabalgamientos, los abundantes hipérbaton, los tópicos literarios del Carpe Diem y Tempos Fugit, etc. Decía que «El arte es la organización ideal de la materia...» y, en discusión con Álvaro de Campos: «El arte existe, no como quiere Campos, para subsistir en la vida, sino para completarla. Todo en la vida, excepto el deseo del hombre, es irracional e imperfecto, en el arte el hombre proyecta su deseo y la voluntad de perfección que hay en él. Por eso la obra de arte debe, conservando la forma de la vida, sustituir a la materia…»

La abeja

La abeja que, volando, zumba sobre 
la colorida flor, y se posa, casi 
sin diferenciarse 
para la vista que no mira, 

no cambió desde Cecrops. Sólo quien vive 
una vida con ser que se conoce 
envejece, distinto 
de la especie con que vive. 

Ella es la misma que otra que no es ella. 
Sólo nosotros —¡oh tiempo, alma, vida, muerte!—, 
mortalmente compramos 
tener más vida que la vida.


Lidia, ignoramos. Somos extranjeros


Lidia, ignoramos. Somos extranjeros
donde quiera que estemos.

Lidia, ignoramos. Somos extranjeros
donde quiera que moremos. Todo es ajeno
nada habla nuestra lengua.
Hagamos de nosotros mismos el retiro
donde escondernos tímidos frente al insulto 
del tumulto del mundo.
¿Qué quiere el amor más que no ser de los otros?
Como un secreto dicho en los misterios,
sea sagrado por nuestro.



De nuestra semejanza


De nuestra semejanza con los dioses 
por nuestro bien librémonos. 
Nos creemos deidades exiliadas 
y en posesión de la Vida 
por una autoridad primitiva 
y contemporánea de Jupiter. 

Altivos dueños de nosotros mismos, 
usemos la existencia 
como la casa que los dioses nos conceden 
para olvidar el estío. 

No de otra forma más preocupante
vale el esfuerzo de que usemos 
la existencia indecisa y copiosa 
fatal del río oscuro. 

Como por encima de los dioses el Destino 
es calmo e inexorable, 
Arriba de nosotros mismos construyamos 
un hado voluntario 
que cuando nos oprima seamos nosotros
ese que nos oprime, 
y cuando nos adentremos en la noche 
por nuestro pie entremos.



Tan pronto pasa todo cuanto pasa


¡Tan pronto pasa todo cuanto pasa! 
¡Muere tan joven ante los dioses cuanto 
muere! ¡Todo es tan poco! 
Nada se sabe, todo se imagina. 
Circúndate de rosas, ama, bebe 
y calla. Lo demás es nada.

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